martes, 27 de octubre de 2009

HAPPY DIWALI EN PUSHKAR



Pese a que la estancia en Rishikesh era casi perfecta, decidimos cambiar de aires, dejar atrás las montañas y la vegetación abundante y partir rumbo a la región desértica de Rajastán, fronteriza con Paquistán. Pushkar era la ciudad elegida para realizar la primera parada y su lago sagrado (uno de los más respetados de toda India) el punto de interés más destacado.



Si el calor abrasador no era suficiente martirio, las restricciones gubernamentales del lugar al tratarse de una ciudad sagrada acababan de rematar el castigo. En Pushkar está totalmente prohibido beber o vender cualquier tipo de alcohol (incluidas las fresquitas cervezas), carne e incluso huevos, así que la dieta vegetariana a la que ya nos estábamos acostumbrando se hizo más radical si cabe.


Como todo no iban a ser impedimentos, nuestro “hogar” era lo más parecido a un oasis, con una habitación a pie de piscina…si,si, piscina y todo, que estaba rodeada de un jardincito y hamacas colgadas de los árboles del mismo. Sencillo pero muy confortable.

La obligada visita al lago nos deparó una imagen que no esperábamos. Desde cualquier punto del paseo que lo bordeaba se podía ver lo preciosa que tendría que ser la ciudad si tuviera agua, ya que el lago estaba más seco que LA MOJAMA. Preguntando a la gente nos contaron que el gobierno había decidido vaciarlo porque el nivel de cenizas y demás restos de los cadáveres que arrojaban en él era tan elevado, que la fauna marina había desaparecido en este cementerio acuático.




Dando un paseo nos topamos con una pareja de españolas que habían comenzado un proyecto cuanto menos arriesgado, estaban restaurando un hotel ayudadas por dos amigas más, y nos pusieron al día de la cara oculta de esta ciudad tan restrictiva, que de puertas para dentro estaba infectada de sobornos policiales (los cuales sufrían ellas en primera persona) bebida y demás sustancias de contrabando, sin excluir los huevos, un bien más que preciado en Pushkar.




Conforme caía la noche y tras varias compras de ropaje(aquí es casi imposible no caer en la tentación) decidimos hacer la última “inversión” en la tienda de un hombre de mediana edad que parecía ser mejor persona que la mayoría de comerciantes de la calle turística. Como agradecimiento, el simpático vendedor y su ayudante nos invitaron a celebrar Diwali con ellos. Resulta que ese día era festivo en todo el país con motivo de este festival que es como una Navidad para ellos.



El ritual consistía en hacer varias ofrendas de comida y tintes de pintura a una imagen dentro de la tienda mientras cantaban y rezaban (nosotros les seguíamos a modo de coro) para pedir buena suerte en el negocio. Al terminar nos hicieron varias marcas en la frente y nos colocaron una pulsera como regalo. Fue una experiencia extraña, pero uno de los tratos más agradables que hemos tenido con los intratables indios.
De camino a casa nos hizo bastante gracia descubrir que sin darnos cuenta íbamos a celebrar tres Navidades en noventa días, ya que en Srinagar vivimos en primera persona el fin del Ramadam, happy Diwali era lo que se oía por todas partes en esta ciudad, y para el fin de nuestro viaje llegaríamos a España justo a tiempo de empezar nuestra Navidad. Espero que no nos hagan comparar, porque donde se pongan las comilonas y los turrones…
Angelete

Angelete

1 comentario:

  1. Que grandes sois, y como disfruto leyendo cada cosa que escribir.
    Menuda putada lo del lago, hubiera estado bien un par de fotos del lago porque es precioso; cuando leo una ciudad donde habeis estado enseguida corro a las imagenes de Google para hacerme una idea de lo bonito que son esos parajes.
    Un abrazo a los 2!!!

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