lunes, 19 de octubre de 2009

RISHIKESH: OHM, OHM


Cansados de los monos y de los indios pseudo pudientes nos dirigimos hacia Rishikesh, ciudad mundial del yoga por excelencia. Se trataba de un trayecto nocturno en bus, un supuesto bus DE LUXE, tendríais que haberlo visto..

Os pondré en situación de cómo se desarrolló el trayecto: Imaginaros que conocéis a un chico indio de unos veintitantos años, bien vestido y educado. Con buen inglés y conversación interesante. Incluso hace por sentarse a vuestro lado cambiando su asiento con la persona que en un principio iba a ser vuestro compañero de viaje. El chico hace por que el trayecto sea ameno, os pregunta sobre vuestro país, a que os dedicáis e incluso os recomienda sitios en India que visitar. Ya era hora de encontrar un indio decente, me dijo Ángel.

En la primera parada del autobús os trae un zumo y ofrece papas a todos los de su alrededor, que majo. Lo siguiente cuando uno se despierta en la siguiente parada, en mitad de la nada, es que el chico no está. Los pasajeros de al lado os dicen que reviséis vuestras cosas y ¡SORPRESA!.Las cosas de valor que estaban en la mochila han desaparecido, y no sólo eso, sino que por arte magia el dinero de la cartera que guardabais en el bolsillo de los vaqueros también, y por su puesto la cámara de fotos con todos los recuerdos del viaje que estaba en el otro bolsillo, pues también se ha esfumado. ¿Y cómo? Pues ahí va la cosa, hay unos cuantos hijos de la gran puta, y lo digo con la boca bien abierta, que se dedican a ganarse a los turistas, siendo muy bien educados y amistosos, adulteran con somníferos alguna bebida que luego ofrecen a su víctima y luego tienen vía libre para registrar todas sus pertenencias, coger lo que les interese (porque este volvió a meter la cartera en el bolsillo) y marcharse mientras el extranjero sueña con los angelitos. Por suerte esto no nos pasó a nosotros, pero por desgracia si pilló a un pobre australiano que iba en el asiento de detrás de nosotros. Lo peor de todo es que a nosotros casi seguro que también nos la hubiese colado, de echo pensamos que lo intentó conmigo, pero cuando vio que me sentaba junto a Ángel, a parte de cambiarle la cara, buscó a otra víctima.

Así que trastornados por la situación y poniéndonos en la piel de Rohan, el australiano, ya no pudimos pegar ojo en toda la noche. Sobre las 7 de la mañana llegamos a Rishikesh, éstando bastante enfadados con los indios, por lo que miramos peor que nunca a los que están esperando la llegada de autobuses para ofrecer hoteles, pedir dinero o vender cualquier cosa. De ahí fuimos a una “comisaría de policía”, nada que ver con lo que conocemos. Las estanterías estaban forradas de un papel que eran envoltorios de chocolatinas. Ellos sentados tras un banco en un altillo, ni ordenador ni máquina de escribir a la vista. Así que Rohan tuvo que escribir a mano su propia denuncia en la que luego ellos plasmaron un cuño. Para asegurarse de que era todo lo que necesitaba, Rohan pidió un teléfono para llamar a su compañía de seguros, ellos se negaron, incluso siendo un teléfono gratuito. Una situación bastante anodina. Ángel y yo alucinando mientras discutían durante más de 20 minutos acerca de la llamada. No hubo manera.



Intentando olvidar lo sucedido nos dirigimos a Laxman Jhula, a unos 3 km al norte de Rishikesh. Allí se respiraba mejor ambiente. Nos sorprendió ver que la zona estaba llena de turistas, y de todas las edades, y es que resulta que la gente va allí para hacer cursos intensivos de yoga, pues hay una escuela en cada esquina.




Rishikesh es conocida por sus Ashram, que son comunidades de retiro espiritual. En casi todas aceptan a cualquiera a cambio de una donación, tan sólo se ha de cumplir con las estrictas tareas diarias, como hacer meditación a las 5 de la mañana, y no sé cuantas horas de yoga al día. Nosotros nos acomodamos en una de ellas, pero de pago, por lo que las clases no iban incluidas en el coste de la habitación.



Por ley, es imposible encontrar nada animal en la ciudad, ya que está bañada por el sagrado Ganges. La verdad es que no echamos mucho de menos la carne, tendríais que ver las cartas de los restaurantes allí. Así que una vez más, nuestro cometido diario era descansar, ponernos la botas en un restaurante que ojalá estuviese en Valencia (tipo chill out sobre el Ganges, las puestas de sol impresionantes) y buscar alguna playa apartada para refrescarnos en las aguas turbias del río. Por cierto, el bikini prohibidísimo puesto que el río es sagrado(bueno, si te apartabas un poquito y no te veían...), eso sí, los tíos como si quisieran bañarse desnudos..





Como no quisimos ser menos pues probamos también las clases de yoga. La mayoría de escuelas ofertaban cursos intensivos de 4 horas diarias, dos por la mañana (sobre las 7) y dos por la tarde. Nos hablaron bien de un curso de 5 días, así que decidimos probar una clase. El resultado es que no nos pudimos mover durante dos días. El rompe cuellos apodado por nosotros) nos machacó de tal manera que al día siguiente éramos una contractura andante. Desde el punto de vista terapéutico se pasó tres pueblos. Nosotros esperábamos algo relajado, no me imagino a la gente que acude a nuestro gimnasio, en su mayoría bastante mayor o tocada, haciendo el pino cómo nos lo hizo hacer en una primera clase. Pensamos en desistir, pero nos hablaron de un chico de Guatemala que daba buenas clases. ¿Por qué no intentarlo? Jorge resultó ser todo lo contrario al rompe cuellos. Sus clases bien estructuradas, con calentamiento, explicación de los movimientos y relax final en el que era fácil escuchar ronquidos de alguno de los alumnos. Las dos horas que duraba la clase pasaban rápido, y sensación de calma y relajación en el cuerpo durante el resto del día. Aún así sólo acudimos a las lecciones matutinas durante tres días, ya que después de las comilonas que nos metíamos, a ver quien se movía…




Merxe

2 comentarios:

  1. Suerte que no os tocó la china, pero efectivamente hay que tener mucho cuidado; siempre hay espabilaos y en esos paises suelen ser bastante peligrosos, incluso los yoguis según parece (Je,je,je). Tranquilos al final solo queda el recuerdo de los buenos momentos y el viaje pora arte de birbibirloque se convertirá en algo maravilloso que uno jamás olvida.

    One kiss per tutti e per tutte.

    Miguel

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  2. Por mucho que contéis que si los indios son tal o cual,... me estáis dando una envidia cochina increíble. Estáis en el paraíso!!! Tiene que ser una pasada estar ahí, DISFRUTADLO!!!
    Bsitos de Oscar y Susi

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